Hace días hice un video acerca de heridas de la infancia y me sorprendí la cantidad de personas que se sintieron identificadas, por una parte me sentí bien al saber que yo no era la única que “exageraba” pero al mismo tiempo me dio ganas de abrazar. a cada una de las personas que comentaban. Fue entonces que recordé algo muy significativo para mí, muy personal, pero que tal vez aquellas personas que lo lean puedan sentirse comprendidas y encontrar un rayo de esperanza.
Cuando tenía 20 años conocí a mi primer amor, recuerdo que para entonces yo empezaba justo a escribir cosas más personales, mi toque de ficción, pero con pizcas de Ashly, una tarde me preguntó que hacía, le comenté de lo que escribía y me pidió que se lo enseñé, yo me rehúse, pero al final accedí, cuando lo leyó me dijo ¿qué más pasó? Y le dije que no tenía final porque en realidad no sabía cómo quería que terminará, notó mi pena al hablar del tema y me hizo hablarlo constantemente, él solo se limitaba a sacarme el tema de conversación y luego dejaba que yo me explayara libremente, ahí entendí que el dolor se verbaliza, es como un veneno que tiene que salir, cuando ya no podía darle más vuelta al asunto, supe cómo quería que terminará aquel relato.
El cuento trataba sobre mis dos padres y quería que terminará de una forma en la que el protagonista avanzará hacia la paz perdonando sin decir “te perdonó”, solo entendiendo que a veces el porqué de algunas acciones iba por un tema más profundo que la superficialidad a la que este estaba acostumbrada.
Esto me ayudó mucho, a sacar ese dolor que yo tuve acumulado durante mucho tiempo, avancé significativamente desde entonces, pero hubo un tiempo oscuro en el cual esa herida que tanto me costó sanar, se volvió a abrir y no fue hasta que conocí al segundo hombre del que me enamoré y este me dijo "no puedes huir siempre Aly", que me di cuenta de que otra vez estaba ignorando todo ya todos con tal de no enfrentarme a mí misma.
Hoy en día puedo decirles que estoy en un lugar mejor, rodeado de personas que me suman, con un hombre que me impulsa a enfrentar mis miedos y ver las cosas de una forma más pausada, una tranquilidad que no tenía hace mucho y a la que francamente no estoy del todo acostumbrada.
Con respecto a aquellas personas que luchan contra el dolor, contra sus propios pensamientos y sentimientos, que no están solos, recuerden siempre que el dolor se verbaliza y que no sana aquel que se hace el fuerte si no aquel que se permite ser vulnerable.
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