Mientras mi sobrina y yo conversábamos sentadas en la acera de mi barrio, pude verme reflejada durante unos segundos cuando ella dijo "pero yo tengo nueve años, aún puedo tener esperanzas, ¿no?", el corazón se me partió unos instantes, quería decirle que mejor no, pero me cuestione ¿Quién era yo para romperle el corazón a esa enana? Nadie.
Cuando tenía aproximadamente once años me recuerdo sentada en un parque sola, esperando a alguien que nunca llegó, esperando algo que nunca sucedió, recuerdo claramente la sensación de ese instante, recuerdo el dolor y la frustración que sentí, las preguntas que a mi corta edad se cruzaban por mi mente, pero por encima recuerdo la pregunta principal ¿por qué no puede quererme? esa pregunta me ha seguido durante muchos años, torturandome constantemente hasta que por fin yo sola me contesté, luego de tantas desilusiones, de tanta frustración y de tantas discusiones, "porque simplemente no me conoce", es la mejor respuesta que se me puede haber ocurrido para de alguna manera resarcir el daño emocional que yo misma me había causado al darle tanta vuelta a un asunto que debí enterrar esa tarde.
Hay ocasiones que no logró entender a las personas, sus actitudes, sus comportamientos y cuando estás actúan mal me pregunto constantemente si lo saben, si se dan cuenta o no, realmente no logro entender, pero hay algo aún peor que me cuesta comprender y es el porqué hay algunos padres que no tienen un mínimo de respeto y amor hacia sus hijos, quiero pensar que mi respuesta es la correcta y es porque no los conocen.
Esta vez no tengo cierre, no tengo reflexión, ni conclusión para terminar el blog, me duele el corazón y me llena de rabia ver a una de las niñas que más amo tener que pasar por lo que yo, pero lo que más me destroza es no poder saber que decirle porque usualmente soy una mujer que siempre puede con todo, que siempre tiene una respuesta, un consuelo o algo que decir, en esta ocasión me quedé petrificada con los ojos llenos de lágrimas al verla llorar.
Como dijo Laferte la vida a veces da y a veces quita y como dijo mi madre el que mucho habla, poco hace.
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