Tardé tanto en escribir este último blog porque pensé mucho sobre qué tema quería abordar, y entonces se me ocurrió hablar de miedos, más específicamente de patrones. Una de las cosas más duras y difíciles que me tocó vivir y superar fue la relación tormentosa que tuvieron mis padres. Muchos no lo creerán, pero eso se convirtió en mi miedo más grande: verme atrapada en una relación mediocre, en la que yo fuera el saco de boxeo físico o emocional de mi pareja, y quedarme en una relación que no me hiciera feliz, que no me llenara. Yo, que soy una romántica empedernida, me dolería mucho romantizar en mis escritos a un sujeto que me lastima. Es por eso que solo he enaltecido y tomado como estándar a una sola persona que, aún a pesar de todo, fue todo lo que mi padre no fue: un hombre. Siendo tan niña, me tocó ver a mi mamá llorar tantas veces que fue muy difícil borrar esa imagen de mi cabeza, de mis recuerdos. Superarlo fue algo muy complejo, y esa se volvió mi cruz. Perdonar a mi papá fu...
Pensamientos sobre la vida, el desamor, la confianza y el amor propio.